La tinta trata de asirse al papel, y entre sollozos, grita. pero las gotas saladas, del jardín en el reverso de mis párpados es implacable. La hace soltar de su lugar, la inunda, la desdibuja.
Cierro los ojos. pero el jardín ya no está. Miro a mi alrededor, intentando infructuosamente saber dónde me encuentro. No importa. Sólo veo el cofre. La madera es obvia: es de un sauce llorón. Trémulos pasos me llevan hacia él. Mis manos están blancas, más que de costumbre. Pero no hace frío... estoy protegido. Lo abro. Nada en él. Así que pongo mis manos sobre el pecho. Y empiezo a abrirlo. Duele. Duele mucho. Cae rubio cabello al suelo, y se mezcla con tinta negra que sale de él. Médula. Grito, me arrojo al suelo. Veo lanzas disparadas por libélulas que nacieron de lirios grises. Son los lirios de los hombres. Y al final del dolor, entre mis manos, una esfera, brillante azabache. Respiro, ahora puedo respirar. la observa, con mejillas aún húmedas. Y veo en ella a Papá, con su cara recia y sus ojos llenos de tristeza seca en lágrimas que derramó cuando aún era un niño. Sus ojos llenos de dolor en su cuerpo. Sus ojos llenos se sueños ahogados en la ira y el engaño. Sus ojos llenos de amor inconcluso por su padre.
Papá y su imagen larga y encorvada en mi puerta. Su boca es negra, y de ella salen sentimientos igual de oscuros. Y en su galimatías, me dice que soy una decepción. Que soy un desperdicio se hijo, de ser. Que ya no espera nada de esto, de mí.
Mis manos casi níveas ponen delicadamente la esfera en el cofre. Lo cierro entre música de alas melancólicas. Otra vida que no pudo ser.
Media vuelta y me retiro. Papá ha muerto aquí adentro, aunque su cuerpo aún viva. Pero pronto, dejaré de sangrar. Lo seguiré viendo a diario, pero él ya está muerto. Todos lo verán pero él... ya no vive más en mí.
Adiós, Papá. Contigo en el cofre se queda la maldad. Vendré a ella cada vez que piense en ti. Nadie lo sabrá, sólo yo.
Hay una puerta. Por debajo, entra mucha luz. Me enjugo la tinta de los ojos y abandono la habitación.
Adiós, Papá.
Thursday, December 04, 2008
Thursday, November 27, 2008
False light
Last night, while I was sleeping with the moon in my forehead, I suddenly opened my eyes. I saw, deep buried into the garden of mirrors in the back of my eyelid, a tree with missing branches, and, inside it, a twinkling star that panting, wanted to die. Because of my indifference.
That moment, I realized that all this time I've been staring at a false light. And I don't know what the fuck to do.
That moment, I realized that all this time I've been staring at a false light. And I don't know what the fuck to do.
Foto de Craig McDean.
Monday, November 24, 2008
Apartes de Proust y Paz
En estos tiempos de reclusión cenobita en casa, palabras inflamadas, hiporexia y un reflejo en el espejo que me muestra un rostro deformado por el dolor, los instrumentos quirúrgicos y un sangrado nasal que no se detiene (pero que me recuerda que, como en la canción de Garbage, Bleed like me, la hemorragia es aún más allá de toda célula y órgano de mi cuerpo...), he tenido tiempo para ponerme al día con lecturas que he dejado morir entre tanto falso quehacer.
Los elegidos: La Muerte de las Catedrales de Marcel Proust, Las pequeñas memorias de Saramago, El fuego de cada día de Octavio Paz y el clásico Fausto de Goethe.
Entre ellos, me encontré con estos pasajes que me arrojaron contra la pared y dejaron húmedas las mejillas.
- "(...)
¿Y me invitó a morir esa mirada?
Quizá morimos sólo porque nadie
quiere morirse con nosotros, nadie
quiere mirarnos a los ojos."
Elegía Interrumpida, El Fuego de cada día.
- "(...)
reír como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la risa suene a vidrios rotos;
(...)
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos."
La vida sencilla, El Fuego de cada día.
- "(...)
Algo brilló delante de nosotros, no tuve tiempo de retroceder y me aparté creyendo que chocábamos contra un tronco, pero el obstáculo se escabulló bajo nuestro pie: habíamos pisado la luna. Acerqué su cabeza a la mía. Ella sonrió, y yo me eché a llorar, vi que ella también lloraba. Entonces comprendimos que la luna lloraba y que su tristeza estaba al unísono con la nuestra. Los acentos desgarradores y dulces de su luz nos llegaban al corazón. La luna, como nosotros, lloraba, y, como nos ocurre a nosotros casi siempre, lloraba sin saber por qué, pero sintiéndolo tan profundamente que arrastraba en su dulce desesperación irresistible a los bosques, a los campos, al cielo que de nuevo se miraba en el mar, y a mi corazón que, por fin, veía claro en su corazón."
La Muerte de las Catedrales.
Foto de Craig McDean.
Friday, October 17, 2008
Muertes Cotidianas (II)
La muerte es un proceso vital y definitivo. Es individual e inevitable. Es la experiencia más solitaria del ser humano. Es innegable, impostergable, insoluble. Es impensada. Lejana, mas no en todos los casos, indeseable. A veces, morir se puede convertir en un estilo de vida.
Es certeza e incertidumbre a la vez.Su significado: Ashes for living.
Es una ruptura inexperimentable. Nadie ha vuelto para saber qué se siente. Yo sí. Quiero volver... estoy volviendo... (¿Para qué me arrodillé si estoy aquí y no me ves?)...
Es la amenaza más cierta. Pero puede ser redención también.
Temo morir solo. Al olvido. A pasar por esta tierra sin haber tocado vida. Y no más.
Temo a no hacer nada con la vida. A que ésta valga poco, nada. A desperdiciar este preciado momento... es un parpadeo, nada más...
A no volver a amar. A no volver a ser amado.¿Soberbia? No lo sé. Pero también porque temo a la normalidad. Huele a mediocridad. Escurre baba por las paredes (¿No la vez tú también? ¿No invade tu garganta a veces... no te seca por dentro al atardecer?)...
La locura es poder ver más allá de lo evidente. Como la Espada del Augurio. Quiero la mía.
Temo compartir mis temores también.
Quiero morir cerca al mar. Un acantilado, tal vez. Caer. La brisa al inicio, luego el fuerte viento soplando por entre blancas prendas. El sol en los labios... en la boca. As Björk, The sun in my mouth. El paladar con sabor a vino. Una pipa en el borde. Sabor a saliva también... pero que no sea la mía. The last kiss. Au revoir, mon cher amour. Arrivederci Roma. Y volver, volver. Volver al azul... a la masa líquida eterna de la que vengo...
Morir se puede convertir en un estilo de vida. Porque cuando se muere, entregando la vida por alguien, sólo queda... volver... a vivir.
Porque es realmente, morir para empezar a vivir.
Foto de Anthony Gayton, Dead.
Es certeza e incertidumbre a la vez.Su significado: Ashes for living.
Es una ruptura inexperimentable. Nadie ha vuelto para saber qué se siente. Yo sí. Quiero volver... estoy volviendo... (¿Para qué me arrodillé si estoy aquí y no me ves?)...
Es la amenaza más cierta. Pero puede ser redención también.
Temo morir solo. Al olvido. A pasar por esta tierra sin haber tocado vida. Y no más.
Temo a no hacer nada con la vida. A que ésta valga poco, nada. A desperdiciar este preciado momento... es un parpadeo, nada más...
A no volver a amar. A no volver a ser amado.¿Soberbia? No lo sé. Pero también porque temo a la normalidad. Huele a mediocridad. Escurre baba por las paredes (¿No la vez tú también? ¿No invade tu garganta a veces... no te seca por dentro al atardecer?)...
La locura es poder ver más allá de lo evidente. Como la Espada del Augurio. Quiero la mía.
Temo compartir mis temores también.
Quiero morir cerca al mar. Un acantilado, tal vez. Caer. La brisa al inicio, luego el fuerte viento soplando por entre blancas prendas. El sol en los labios... en la boca. As Björk, The sun in my mouth. El paladar con sabor a vino. Una pipa en el borde. Sabor a saliva también... pero que no sea la mía. The last kiss. Au revoir, mon cher amour. Arrivederci Roma. Y volver, volver. Volver al azul... a la masa líquida eterna de la que vengo...
Morir se puede convertir en un estilo de vida. Porque cuando se muere, entregando la vida por alguien, sólo queda... volver... a vivir.
Porque es realmente, morir para empezar a vivir.
Foto de Anthony Gayton, Dead.
Tuesday, October 14, 2008
Las Muertes Cotidianas (¿Morir de Amor?)
La vida está llena de muertes. De personas, de cosas, de vidas, de amores. Todos los días debemos asistir al evento; siempre muere algo en el universo, en el planeta, en nosotros mismos. La vida está llena de muertes cotidianas. Y hay un momento exacto del día en que todo tiende a hacerlo. Me sucede al atardecer: cuando el sol se oculta, tiendo a morir un poco. Pero hay días de días. Los lluviosos, puedo morir sin que nada más suceda. Ello, en simple recuerdo triste, se entierra. Otras veces, puedo presentir su llegada, pero el lugar no lo permite; sólo alcanzo a cerrar los ojos y con vehemencia me aferro a la baranda de cualquier transporte en el que me encuentre surcando líneas en el pavimento... o a la silla mientras esté sentado en clase. La mirada se nubla, y las moscas empiezan a revolotear sobre mis ojos ya idos, nuncio de lo que ya no pudo ser. El vacío, justo arriba del ombligo (¿Por qué ahí?), me succiona desde adentro. Me falta el aire... y exánime, me inclino sobre mí (tal vez buscando la posición uterina, a la cual quizá debamos regresar).
Pero otros días, la bóveda al principio cerrada en nubes, se abre para adorar al atardecer. Y los ocres de la caída del dios, las golpean... rosicler... el cielo rojo. El cielo rojo bajo el cual todo se sublima para mí. Este atardecer, el único de todos ellos que puede predecir el amanecer de mañana. Redención. Sólo, bajo él, puedo morir tranquilo, sabiendo que seré el amanecer de mañana.
Pero, cumpliendo como todos el acto fervoroso de humildad, debo morir un poco cada día... para tener la esperanza de mañana... nacer de nuevo.
(El amor libera. Te dejo ir... se libre. Eres libre para ser feliz.)
Pero otros días, la bóveda al principio cerrada en nubes, se abre para adorar al atardecer. Y los ocres de la caída del dios, las golpean... rosicler... el cielo rojo. El cielo rojo bajo el cual todo se sublima para mí. Este atardecer, el único de todos ellos que puede predecir el amanecer de mañana. Redención. Sólo, bajo él, puedo morir tranquilo, sabiendo que seré el amanecer de mañana.
Pero, cumpliendo como todos el acto fervoroso de humildad, debo morir un poco cada día... para tener la esperanza de mañana... nacer de nuevo.
(El amor libera. Te dejo ir... se libre. Eres libre para ser feliz.)
Friday, August 15, 2008
Brillo
When our souls were introduced
No one of us could ever know
What we will be going through
Feeling high, feeling low
Been in hell, been above
Cried for help, cried for love
And when darkness sleeps beside you
And the morning is far away
I wanna hold your hand and guide you
Out of hell, out of darkness
Finally we´re able to see
See the beauty not the beasts
One step further up at least
But one day ... We will shine
We will shine ... We will fly so high
We will shine, we will shine
We will fly so high ...
High ...
Parov Stelar Ft. Lilja Bloom - Shine
Sólo espero q después de esta oscuridad, podamos brillar.
Sunday, June 08, 2008
Aguas
A veces siento que tengo un dique adentro, un dique lleno de lágrimas... la presión del agua salada es tan fuerte que todo se pone húmedo... los calcetines, los zapatos... el piso se encharca, las paredes gotean, la pintura se diluye, lo escrito se desvanece...
A veces tengo que llorar... no porque esté triste... también lloro cuando soy feliz... sólo que nadie lo sabe, porque sería demasiado loco para vivir sanamente. Pero entre carcajadas lloro y es bonito... y cuando oscurece mi mirada también... llorando descanso la mente y pienso a dónde voy después de todo esto...
Tal vez lloro porque tengo miedo... pero lo hago de igual manera cuando no lo tengo...
Sólo sé q quiero llorar...
Por tí y por mí... por ambos... por ella y por él... también por ellos, ¿por qué no? Ésta agua salada sabe a humanidad... lloro x redenciones fuera de una cruz, en calles hollinadas por miserias y manos trémulas manos que piden ayuda; lloro por manos parecidas en almas de cuerpos limpios pero sueños enrollados en normalidad; lloro por pensamientos inteligentes prisioneros de miedo al caminar, lloro por almas que se silencian en la caída vertiginosa de este mundo... lloro porque lucho por no dejarme caer, porque tengo miedo a caer y no sembrar... ser suelo estéril...
Ven... todo está bien... sólo sosténme dos minutos mientras muero el día de hoy... seré nuevo aquí, ahora, cuando deje ir un poco de estas aguas...
(...)
Ya... no te preocupes, estoy bien... muy bien... mejor que nunca... puedo batallar de nuevo, puedo salvar nuestra humanidad... yo puedo, yo quiero, soy feliz, entrega la vida, muere hoy, nace mañana, todo se renueva, solo permanece esta convicción, no decaigas, mira con otros, observa las lágrimas ajenas entre las risas, escúchales llorar entre palabras de vana sabiduría, siente su búsqueda entre puños cerrados... abre... abre los sentidos... calla, detente, cierra los ojos duerme... toma tus flores horarias... dibújale al pequeño una oveja... tómales entre tus brazos y amaaaaaaaaa... solo quieren ser amados...
Vamos a mi jardín.
Sí, está húmedo... ¿has visto el clima de estos días?
Sunday, May 11, 2008
El amor es un lugar
El amor es un lugar. Juntos, decidimos caminar. Hacia allá. Juntos. Nosotros, tan diferentes, tan extraños, tan lejanos. Pero tan unidos, tan similares, tan inquietos, tan ansiosos, tan... nosotros. Un anhelo, y un sueño: el deseo de algo más. Una vida más allá de todo y de todos, una existencia que haga enloquecer al más soberbio, una vida que cambie la de otros, una humanidad que salve la de los demás.
El amor es un lugar. ¿Dónde estamos ahora?
Es difícil caminar cuando veo que estás, pero no te siento aquí. Cuando veo que dudas. Cuando siento que no te entregas. Cuando no te conoces, y callas. Y el silencio se cuela bajo la ropa dejando un abismo. Cuando me veo opcional en ti. Cuando siento que no me necesitas. Sé que nuestro amor debe liberarnos, pero... quisiera que algo en ti se removiera cuando no me ves en largos días, cuando tus tímpanos no se mueven con la frecuencia de mi voz... como me sucede a mí.
Love will tear us apart.
Nada me encantaría más que eso sucediera. To fix each other. Para entregarte la vida sin esperar a la tuya. Para que ser lo que más tú quieras, y nada más. Para sentir, que en alguna medida, necesitas aunque sea un poquito de mí. De lo que te pueda dar... de lo feliz que te pueda hacer.
¿Dónde estamos ahora?
El amor es un lugar. ¿Dónde estamos ahora?
Es difícil caminar cuando veo que estás, pero no te siento aquí. Cuando veo que dudas. Cuando siento que no te entregas. Cuando no te conoces, y callas. Y el silencio se cuela bajo la ropa dejando un abismo. Cuando me veo opcional en ti. Cuando siento que no me necesitas. Sé que nuestro amor debe liberarnos, pero... quisiera que algo en ti se removiera cuando no me ves en largos días, cuando tus tímpanos no se mueven con la frecuencia de mi voz... como me sucede a mí.
Love will tear us apart.
Nada me encantaría más que eso sucediera. To fix each other. Para entregarte la vida sin esperar a la tuya. Para que ser lo que más tú quieras, y nada más. Para sentir, que en alguna medida, necesitas aunque sea un poquito de mí. De lo que te pueda dar... de lo feliz que te pueda hacer.
¿Dónde estamos ahora?
Sunday, March 23, 2008
Like Someone in Love
Lately
I find myself out gazing at stars
hearing guitars
like someone in love
Sometimes the things I do astound me
mostly whenever you're around me
Lately
I seem to walk as though I have wings
bump into things
like someone in love
Each time I look at you, I'm limp as a glove
and feeling like someone in love...
Dedicada sólo a Chico Sin Medias.
Por devolverme el brillo en la mirada.
I find myself out gazing at stars
hearing guitars
like someone in love
Sometimes the things I do astound me
mostly whenever you're around me
Lately
I seem to walk as though I have wings
bump into things
like someone in love
Each time I look at you, I'm limp as a glove
and feeling like someone in love...
Dedicada sólo a Chico Sin Medias.
Por devolverme el brillo en la mirada.
Thursday, January 03, 2008
Miseria en la Abundancia
Afortunado. No pertenezco aquí, pero algo late cuando estoy, cuando paso por calles deprimidas para ver a papá. Es la miseria, el dolor y la angustia neurótica la que pinta las paredes de estas alguna vez fastuosas construcciones con ese negro hollinado, con ese obscuro que pulula indiferencia, de un mundo que parece haberse olvidado de todos aquí. Pero debo recorrer estas aceras de almas marginadas para llegar hasta papá. Y papá. Lívido e invadido, con un tubo en la garganta, sin poder emitir ningún sonido. Consciente, pero atrapado, enclaustrado en la debilidad de su propio cuerpo. Le conozco, y sé que debe estar desesperado. Pero ni fuerzas tendrá para desesperar, si ni siquiera puede respirar... lo hace una máquina por él. Es una miseria, pero una clase de ella no sospechada. La miseria de blancos recintos, sábanas y níveas batas, tubos, frascos y dosis de medicamentos. Miseria de postración, de incapacidad, de enfermedad.
En casa, la miseria es distinta. Excesivamente privilegiados por jamás haber ido a dormir con el vientre vacío. A veces, pecado por excesos, entre precios exóticos y platillos que ruborizan. Con la comodidad suficiente para disfrutar de lleno la existencia. Pero, a riesgo de ser tildado de desagradecido y ambicioso, aquí la miseria también ha batido su gris mano. Hambrientos, desesperados, agonizantes por amor.
Papá vive su miseria solo. No sabe cuánto amor le faltó por entregar. El fondo del anillo de su yo lo consumió. Mamá vive y comparte su miseria conmigo. Ha tratado de sacarme de ella, pero no sabe cómo... nunca supo salir ella misma. Su miseria es el dolor, el fracaso de su proyecto de vida, un hogar roto. Pero su labor materna es intachable, es más de lo que se puede pedir.
Yo, heredero de ambas miserias y de una timidez criminalmente vulgar, tengo la mía propia. La miseria de la soledad. La de Momo, la pequeña niña del relato de Ende, tan similar a la mía:
"Hay muchas clases de soledad, pero Momo vivía una que muy pocos hombres conocen, y menos con tanta fuerza. Le parecía estar encerrada en una caverna rodeada de riquqzas incontables que se hacían cada vez mayores y amenazaban con asfixiarla. Y no había salida. Nadie podía llegar hasta ella y ella no se podía hacer notar a nadie. Tan aplastada estaba bajo una montaña de tiempo. Incluso, llegaron horas en las que deseaba no haber oído nunca la música ni haber visto los colores. No obstante, si le hubiesen dado a elegir, no habría renunciado a ese recuerdo por nada del mundo. Aunque hubiese muerto por ello. Pues eso era lo que vivía ahora: que hay riquezas que lo matan a uno si no puede compartirlas."
Es esta mi miseria. Siento mucho para dar, tanto para entregar, la vida para dar vida, amor, amor, amor... y no hay nadie para recibirlo. Algun@s se han acercado.... pero no son. A algun@s me he acercado... pero no soy. Y cuando todo al fin pareció estar en su lugar, listo a vivir... no pudo ser tampoco. No sé que le sucedió a la pequeña, aún no termino el libro. Ojalá esté bien. pero es difícil creer cuando se es miserable... cuando hay miseria en la abundancia.
En casa, la miseria es distinta. Excesivamente privilegiados por jamás haber ido a dormir con el vientre vacío. A veces, pecado por excesos, entre precios exóticos y platillos que ruborizan. Con la comodidad suficiente para disfrutar de lleno la existencia. Pero, a riesgo de ser tildado de desagradecido y ambicioso, aquí la miseria también ha batido su gris mano. Hambrientos, desesperados, agonizantes por amor.
Papá vive su miseria solo. No sabe cuánto amor le faltó por entregar. El fondo del anillo de su yo lo consumió. Mamá vive y comparte su miseria conmigo. Ha tratado de sacarme de ella, pero no sabe cómo... nunca supo salir ella misma. Su miseria es el dolor, el fracaso de su proyecto de vida, un hogar roto. Pero su labor materna es intachable, es más de lo que se puede pedir.
Yo, heredero de ambas miserias y de una timidez criminalmente vulgar, tengo la mía propia. La miseria de la soledad. La de Momo, la pequeña niña del relato de Ende, tan similar a la mía:
"Hay muchas clases de soledad, pero Momo vivía una que muy pocos hombres conocen, y menos con tanta fuerza. Le parecía estar encerrada en una caverna rodeada de riquqzas incontables que se hacían cada vez mayores y amenazaban con asfixiarla. Y no había salida. Nadie podía llegar hasta ella y ella no se podía hacer notar a nadie. Tan aplastada estaba bajo una montaña de tiempo. Incluso, llegaron horas en las que deseaba no haber oído nunca la música ni haber visto los colores. No obstante, si le hubiesen dado a elegir, no habría renunciado a ese recuerdo por nada del mundo. Aunque hubiese muerto por ello. Pues eso era lo que vivía ahora: que hay riquezas que lo matan a uno si no puede compartirlas."
Es esta mi miseria. Siento mucho para dar, tanto para entregar, la vida para dar vida, amor, amor, amor... y no hay nadie para recibirlo. Algun@s se han acercado.... pero no son. A algun@s me he acercado... pero no soy. Y cuando todo al fin pareció estar en su lugar, listo a vivir... no pudo ser tampoco. No sé que le sucedió a la pequeña, aún no termino el libro. Ojalá esté bien. pero es difícil creer cuando se es miserable... cuando hay miseria en la abundancia.
Wednesday, January 02, 2008
Apéndice (Para cerrar el episodio)
Hace ya muchas letras dejé algo. Pero empecé a verte, a sentirte en el alma y a que todo saliera por la tinta de cualquier esfero. Pero no en las mismas hojas, no en esta misma historia, no compiladas bajo el mismo fuego que une lo que ha sido hasta ahora. Porque como nadie antes, escurridizo y discreto, llegaste hasta mi ventana. Fue un mechón en tu cabello en el que brillaba un diente púrpura lo que te trajo hasta mí.
Cada noche, me pongo un atuendo púrpura y disfrazado, llego hasta tu ventanita. No es posible abrirla, más ni necesario es; yo la puedo atravesar. ¿Está tu diente iluminando el camino? El mío sí, y me permite llegar hasta ti y observarte... contar cuántas veces giras entre las sábanas tibias... cuántas veces suspiras profundamente al dormir. ¿Sientes cuando te cobijo con mi disfraz? ¿Despiertas cuando acaricio tu altiva frente? ¿Sueñas cuando te beso en el hombro?
Una noche de sábado, fingí sorpresa. Porque cuando en el reverso de mis párpados guardé por primera vez tu imagen, bastó un dèjà vu para entender que ya te conocía, te esperaba y sabía lo que iba a suceder. Siempre lo sé, justo antes de dormir. Pero sucede que mis ojos no se mueven lo suficientemente rápido cuando escudriño lo escrito en las leyes de nuestra inmortalidad en el vuelo de las palomas del pequeño príncipe.
Nuestra historia se reescribe. El recio cincel dicta líricas y melodías con percursión de puntillas que cantan en el sendero. Sé que la barba del escritor te hace cosquillas en el ombligo cuando llama a Japón desde allí. Las hojas que ya escribí están sueltas... el viento juega con ellas y las lleva de viaje por el mundo... vulnerables, mortales entre mortales... algún día regresaremos a la inmortalidad. Pero por ahora no es relevante; la historia tiene que escribirse, pero lejos de las tintas que huelen a gritos ahogados y a polillas nacidas entre bolitas de naftalina.
Mas por ahora, solo puedo cerrar los ojos y tomar tu mano en las noches cuando tu fantasma se posa en el quicio de mi ventana, porque en el día está ausente y solo atino a recostarme entre la hierba bajo cielos rojos... esperando la inmortalidad. Nuestra inmortalidad. Mientras, recordaré la noche eterna cuando los cuerpos desaparecieron y los fantasmas dejaron de preguntarse sobre la ubicación del amor. Abrigos ásperos y amables demiurgos. El amor es un lugar... calles obscuras, pero... ¡encuentro tan lúcido! El amor es un lugar... ¿dónde vives ahora?
Rodando por colinas y hablando con las manos, esperaré una libertad. La que sea, cualquiera, no importa. Pero una que quite lo gris y dibuje claridad. Claridad que aún no llega. Rodando como analista, reemplazo pesados comceptos en la mente, para pasar de una miseria neurótica a una infelicidad común. No obstante, no me avergüenza estar aquí: cobardes, tímidos, melancólicos y derrotados. No soy de aquí, pero a veces son ellos las verdaderas personas de este mundo. Rodando, mi corazón de elefante late más lento porque en su espalda de corazón no llegaron los vítores y aplausos por la última campaña... porque lo único que le mostraron fue la piedra en la sima.
Mientras edifico la vida, Dios en alguna parte susurra entre retahílas. Edifico la vida en el síntoma. El objeto está lejos y en ausencia debe quedarse. Cuando venga la inmortalidad, el madero soplará vida.
Cada noche, me pongo un atuendo púrpura y disfrazado, llego hasta tu ventanita. No es posible abrirla, más ni necesario es; yo la puedo atravesar. ¿Está tu diente iluminando el camino? El mío sí, y me permite llegar hasta ti y observarte... contar cuántas veces giras entre las sábanas tibias... cuántas veces suspiras profundamente al dormir. ¿Sientes cuando te cobijo con mi disfraz? ¿Despiertas cuando acaricio tu altiva frente? ¿Sueñas cuando te beso en el hombro?
Una noche de sábado, fingí sorpresa. Porque cuando en el reverso de mis párpados guardé por primera vez tu imagen, bastó un dèjà vu para entender que ya te conocía, te esperaba y sabía lo que iba a suceder. Siempre lo sé, justo antes de dormir. Pero sucede que mis ojos no se mueven lo suficientemente rápido cuando escudriño lo escrito en las leyes de nuestra inmortalidad en el vuelo de las palomas del pequeño príncipe.
Nuestra historia se reescribe. El recio cincel dicta líricas y melodías con percursión de puntillas que cantan en el sendero. Sé que la barba del escritor te hace cosquillas en el ombligo cuando llama a Japón desde allí. Las hojas que ya escribí están sueltas... el viento juega con ellas y las lleva de viaje por el mundo... vulnerables, mortales entre mortales... algún día regresaremos a la inmortalidad. Pero por ahora no es relevante; la historia tiene que escribirse, pero lejos de las tintas que huelen a gritos ahogados y a polillas nacidas entre bolitas de naftalina.
Mas por ahora, solo puedo cerrar los ojos y tomar tu mano en las noches cuando tu fantasma se posa en el quicio de mi ventana, porque en el día está ausente y solo atino a recostarme entre la hierba bajo cielos rojos... esperando la inmortalidad. Nuestra inmortalidad. Mientras, recordaré la noche eterna cuando los cuerpos desaparecieron y los fantasmas dejaron de preguntarse sobre la ubicación del amor. Abrigos ásperos y amables demiurgos. El amor es un lugar... calles obscuras, pero... ¡encuentro tan lúcido! El amor es un lugar... ¿dónde vives ahora?
Rodando por colinas y hablando con las manos, esperaré una libertad. La que sea, cualquiera, no importa. Pero una que quite lo gris y dibuje claridad. Claridad que aún no llega. Rodando como analista, reemplazo pesados comceptos en la mente, para pasar de una miseria neurótica a una infelicidad común. No obstante, no me avergüenza estar aquí: cobardes, tímidos, melancólicos y derrotados. No soy de aquí, pero a veces son ellos las verdaderas personas de este mundo. Rodando, mi corazón de elefante late más lento porque en su espalda de corazón no llegaron los vítores y aplausos por la última campaña... porque lo único que le mostraron fue la piedra en la sima.
Mientras edifico la vida, Dios en alguna parte susurra entre retahílas. Edifico la vida en el síntoma. El objeto está lejos y en ausencia debe quedarse. Cuando venga la inmortalidad, el madero soplará vida.
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