Friday, March 27, 2009

Coartada (mejor si es púrpura)


"Estoy tan enajenado,
¡ay de mí!,
que aún teniéndote presente
siento nostalgia de ti."
Arieta,
Eduardo Carranza.

Son mis ojos los que tiene aquél, del otro lado.
Tiene el mismo tono en el cabello, aunque el corte se aleja bastante de lo que pudiese agradarme.
Su barba, despoblada a los lados, irritante a la hora de probar algo nuevo.

Hasta allí, y a grossísimo modo... sería yo.
Pero sólo hasta allí.

Después del cuello, entran en el encuadre miles de líneas que raudas se entrelazan y van tejiendo la crisálida negra a la que yo mismo até los brazos; la obscuridad y lo púrpura de las melancolías recogidas... asfixian.

Necesito abandonar este sitio, antes de que llueva el odio... como llovizna breve, pero calcinante. Pero mis pupilas se estacionan algo inciertas sobre otros cuerpos; otros que se asemejan a mi falsa risa, pero que me entregarían a la laxitud efímera del adicto una vez sucumbe ante su deseo cada vez más... púrpura. Pero algo de lucidez recorre como escalofrío el lugar y susurra al vacío: "De verdad, quieres ser como ellos?... ¿De verdad?".

A lo lejos, J.Cash cuenta, con las tristezas que encanecieron su cabeza, que sabe que me decepcionó, y que mucho daño se hizo.
Y como nunca antes, quisiera llenar mi corazón de humo y reír de cualquier cosa, a toda hora. Y escriturarle mis miles de luceros y estrellas a aquella máquina del gimnasio que conocí. O a la tarjeta de crédito del banco donde una señorita de labios rojos y alma gris me dio a entender que la felicidad se puede diferir a 12 cuotas. Ustedes saben... el 4 por mil.

No, no soy yo. Ése, no quiero ser yo.

Y apenas lo digo, golpes, insultos, vejaciones. El agresor: Él, el que me mira desde el otro lado. Y es ahora cuando entiendo que el daño que me hice, que me hago. Quisiera amar el cuerpo del que se encuentra en la orilla del río púrpura que he llovido estos años, desde mis párpados.

Necesito una coartada de este mismo color, para huir con ese cuerpo y amarle. Como siempre ha debido ser.
Te lo juro, que cuando regresemos hecho uno solo, te querré mucho mejor.

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