Saturday, December 02, 2006

Diciembre


Todos los diciembres, hace un clima bastante extraño en Faca. Nunca supe si fue por lo intimidante de una ver el cielo a través de una marquesina de una vieja casa colonial de más de 130 años en la que empecé a vivir y pasé una infancia muy bonita. No lo sé. Tal vez, todo se ve diferente desde los ojos de un niño.

Mis ojos de niño. Trato de encontrar que tenía en ese entonces en la mirada, y cuya ausencia hoy me impide entender. Tal vez no entendía todo, tal vez no sabía todo lo que ahora sé, tal vez no me habían hecho tanto daño...
Pero ese no es el problema. Porque sé qué es lo que debo hacer. Retornar a eso tan grande, tan puro, el rostro del creador en el alma. Intentar subir la piedra una y otra vez para cambiar el mundo sin importar cuán absurdo sea. Ver qué maravilloso es todo eso. Mirar el cuerpo con los ojos del amor y no con cánones de la sociedad...

Pero no sé qué sucede conmigo. A pesar de todo esto, el olor a muerte no se va, las noches son imposibles... ¿cómo se puede agradecer en la mañana la vida, y mirar con el esperanza al cielo y rogar para que jamás los deseos con olor a muerte se cumplan y doce horas después no ver la salida y querer jamás volver a despertar? ¿Tal vez no sea culpa mía, sea culpa del desbalance de los neurotransmisores... Sin embargo, siento que jamás voy a poder salir adelante...

Llegó diciembre una vez más. Volveré a aquella casa, a recorrer pasos y a entender en qué momento se me perdió la sencillez de los ojos... en qué momento se me rompió la cajita de la felicidad y toda esta se me sale por allí... volveré para ver si en un pesebre y en una novena q tantas veces he rezado aguardando a alguien q prometió q iba a venir, me encuentro...
Volveré para ver si después de tres años la inocencia vuelve a brillar en mis ojos... y después de veinte puedo empezar a ser feliz... tal y como me fue prometido por un niño q ya viene.

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