Buenas Noches.
No, gracias a ti. A pesar de todo, me agrada venir aquí. Aunque no lo niego, me duele.
¿Tan rápido?
Disculpa, yo entiendo.
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amásteis a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que...
(Las lucecitas me distraen, me marean también. Mamá debió haber recolectado ese musgo. Hace mucho tiempo, tal vez cuando su útero aún no albergaba a nadie. Excusas para darse besitos anisados. ¡Ah, la juventud!... ¿Seguiré siendo joven después de todo esto? Es difícil confiar, especialmente en Navidad. Sobre todo, cuando este mes también trae cumpleaños.)
¡Qué pena contigo! Me distraje un segundo.
Bueno ya, cálmate. Además, es culpa de los pastores. Diles que dejen de vanagloriarse con su visita.
Bueno, ya me callo.
Ok, Ok, ya.
¿Desde el principio?
Ash... está bien.
Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amásteis a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la mejor prenda de vuestro amor...
Espera, hagamos un paréntesis. Es sobre tu hijo, ya que tocamos el tema. Tengo que contarte algo, aunque me imagino que ya debes saber. Leí que tu hijo estuvo llorando, en un jardín. ¿Le escuchaste?
Sí, yo sé. Pero entonces... no sé, no entiendo.
A ver, desde el principio. Benignísimo Dios de infinita caridad. Caridad.
¿Misericordia, dices?
Miser, -is, f. Miseria. Cor, -dis, m. Corazón.
¡Ah! Poner la miseria en el corazón. El dolor, el sufrimiento, la vulnerabilidad, la debilidad en la propia alma. Espera, déjame pensar.
¿Y dónde está tu hijo? ¿Qué pasó con él?
¿Ya está bien? ¿Como así que ya está bien?
¿Una cruz, dices?
No entiendo. Lo último que escuché fue algo relacionado con una corona, pero no supe más.
¿Espinas?
No... me estás enredando... estoy muy perdido con lo que dices. Deja los rodeos y cuéntame la historia completa de una buena vez.
(...)
No, lo siento. Me niego a entender.
Si, sé que también fue difícil para ti, pero entiende: una cosa es escucharlo y quererte por eso, y otra es vivirlo en carne propia...
Recuerda que debemos aparentar que no nos conocemos.
Ok, no te preocupes... pero debes recordar el trato. Es la única manera de hacer que esto funcione... volviendo a empezar.
¿Y qué dijo tu hijo? ¿Seguro que ya está bien? ¿Es feliz? ¿Se arrepiente? ¿Dónde está él?Quisiera verle, hablar con él.
Pero no pongas esa cara... cálmate.
¡Oye, no es para que te pongas así! ¿A dónde vas? ¡No te vayas! ¡Espera! ¡Oyeeeeeee!
(Suspiro)
Ojalá esté bien. Pero me preocupa saber que el pobre muchacho estaba desolado, te llamó, clamó por ti y... ¿No lo impediste, cierto? Tenía miedo, y sus amigos le abandonaron...
Recuerdo el rojo. La tierra y algo de sus vestiduras se manchó también.
¿Estás todavía ahí, Señor?
Tuesday, December 18, 2007
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