Monday, November 14, 2011

Finales Felices


Soundtrack: The Golden Filter - White Nights (Psychic TV cover)

 "We were made in a broken home
We couldn't get right from wrong
The streets are covered in tears
Our secrets are made of fears"
Sexy Lucy - Fifth Avenue

Un final feliz. Es lo que todo el mundo añora, de una manera u otra. Sea quien sea, búsquela como la busque, entediéndola de una manera tan diferente y personal como esporas al viento. Visicitud de universalidad, polen al viento, verdad inexorable. Tantos como gente en cada país, tantos como países en cada persona, en cada humanidad.

"We are going down...
Down down... Down"
Sexy Lucy - Fifth Avenue

Se abren cientos de posibles vidas, lugares ojos y ventanas. ¿Caminos? No. Personas. Las personas en cada existencia son el origen, la vía, y la meta.

"Born illegitimately
To a whore, most likely
He became an orphan
Oh what a lovely orphan he was
Sent to the reformatory
Ten years old, was his first glory
Got caught stealing from a nun
Now his love story had begun"
Cocorosie - Beautiful Boys

"Cada cual labra su propio destino". Válida. Pero sólo válida para la madre o la abuela, para los labios que la pronunciaron, aquella frase tan supuestamente libertaria pero tan castradora como la misa a la que asistió con su comadre antes de pronunciarla. Seguro estoy de que la dijo chismeando aún en el atrio de la iglesia, seguras las avemarías de la camándula entre los dedos. 

 "Thirty years he spent wandering
A devil's child with dove wings
He went to prison
In every country he set foot in
Oh how he loved prison
How awfully lovely was prison"
Cocorosie - Beautiful Boys

 Queda el determinismo. Pero, ¿qué razón tiene el seguir viviendo si no podemos cambiar lo que nuestras circunstancias genéticas, raciales, poblacionales, históricas, políticas y socioeconómicas han prescrito para nosotros? Detesto el horóscopo, y lo considero tan execrable como sus defensores. Mas lo consulto cada vez que puedo.

"His greatest love was executed 
The pure romance was undisputed
Angelic hoodlums and holy ones
Angelic hoodlums and holy ones" 
Cocorosie - Beautiful Boys

 ¿Hubo final feliz para Juana de Arco? ¿O para Selma Jezkova? Jim decía que no había que tomarse la vida muy en serio porque no íbamos a salir vivos de ella (¿Llegaría él a ver lo que había después de sus puertas?).

"All those beautiful boys
Pimps and queens and criminal queers
All those beautiful boys
Tattoos of ships and tattoos of tears"
Cocorosie - Beautiful Boys

¿Sería que Amy bebió el último trago sabiendo que era el último? ¿Tenía una sonrisa en su rostro cuando lo hizo? ¿Era feliz cuando murió? A José Asunción se le vio sonreír y hablar de modo dicharachero en la cena que antecedió a su decisión. Si estaba feliz, si de veras era feliz, ¿por qué puso una bala en donde un amigo médico le dijo que quedaba su corazón?

¿Por qué la mayoría de las mentes aceleradas, brillantes, prodigiosas... Son las más atormentadas?
Pareciera que los finales felices huelen a mediocridad.

Monday, May 17, 2010

Primero, lo primero.



Sue
ño con la idea de llegar a casa, después de trabajar. Aparcar el coche y deslizarme raudo fuera de el, con tu imagen en el reverso de mis parpados. Como todo el dia, desde el instante en que te bese en la frente y luego delicadamente en los labios y te dije: "Hasta la cena, amor"(Labios tan rojos, aun no puedo entender como lo haces). Y subir rapidamente las escaleras, haciendo que mi corazon se agite, se levante, se engalane y se ponga su traje de noche, porque va a verte, no importa que sea como todas las noches, porque es una nueva noche que tendre a tu lado, para hacer el amor y contarte lo mucho que odio mi trabajo. Y despues de besarte con innata necesidad y pasion, preguntarte si hay de cenar, y deleitarme asi fuese con un simple mendrugo de pan y algo de leche. Lo han tocado tus manos creadoras: es mas que ambrosia para mi. Y si el cansancio te vencio, no importa... puedo cocinarte algo dulce, que apacigue la sed que tenemos el uno del otro, pero que nunca la calme... que a mi lado todo te sepa a dulce, a liviano, a fresco olor de primavera, a ropa secada al sol, a olivo, a tu mirada, a tu ropa, a tu almohada...
Y despues, sacar de un estante que noto que jamas revisas, unas flores, una sortija, entradas para la opera, un brazalete que me implique unos anos mas en el trabajo... o simplemente un bombon de chocolate, del mas barato... o uno de los besos que he guardado, que quieren salir... te los dare.
¿Por que no me avisaste que salias temprano? No quiero que tomes el metro, siempre esta atiborrado y te pueden empujar. No, tu no. No... no importa, te hubiese recogido en el coche para que no tuvieses que caminar.
Ahhh... es que solo estoy en ese horrible trabajo, porque te amo, pero pronto sere aun mas libre.

...

Cuando pueda escribir algo asi que este dirigido a mi mismo, ese dia, estare listo para amar.
Primero, lo primero.

Monday, May 03, 2010

Galería

Foto por William Abranowicz

La luz se dispersaba tenuemente con serenidad por el recinto. Varios rostros oleosos miran impávidos desde la pared. Rostros vislumbrados décadas atrás, fruto de la loca genialidad ya explorada pero aún ininteligible para los ojos de hoy. No obstante, aquellos rostros tienen ojos más vivos que los de sus observadores. Del otro lado de las obras, caminamos difuntos, ofreciendo culto lastimero a ello que está más vivo.Y el padre de dichos rostros vive más que quienes, taciturnos y perdidos, observamos desde un mullido y decadente sillón.

La luz danza sin dejar rincón virgen, bajo la tibia atmósfera que todo lo invade. La oscuridad pareciera habitar esos rincones negros, aprovechando la ausencia de la bailarina, pero no: es cuestión de entender que es allí a donde la luz no desea ir. No por capricho propio, sino porque la catarsis de los sueños inconclusos que los transeúntes llevan en la suela de sus zapatos con restos de goma de mascar (maldita resina que no despega) debe tener su lugar. A pesar de que ninguno de ellos lo note, a pesar de que a nadie importe. Y yo, que justo esta mañana había limpiado la goma de mascar de mis zapatos.

Y fueron aquellos zapatos limpios, sin sueños ni cauchos, los que me llevaron a ese rincón. Aún, en el reverso de los párpados llevaba el último retrato admirado. Me encontré con su espigada figura, hormada en una oscura chaqueta de cuero, unos jeans desgastados y un cráneo tan perfecto que haría de morir de envidia a la más lisa de las perlas del collar de la abuela (imitación por suspuesto, el abuelo no podía pagar más...). Me detuve a unos pocos metros, tratando de avisar con mi respiración y el fino roce con el tapete mi presencia. Quería llegar a ese rincón, a la catarsis, donde la energía bailaba ahora en forma de odaliscas. Pero su presencia, sus formas me lo impedían.

Primero giró su cadera y (casi un siglo después, me pareció) su torso. El aire se detuvo en mi garganta cuando sus ojos tan azules se posaron como halcones sobre mí. Segundos de eternidad en los que no pude avanzar, no pude respirar porque esos ojos me traspasaron, me llenaron de carencia, de necesidad de ellos y fue como si la luz, tan lúgubre y serena antes, fue ahora un sol incandescente y desbocado bajo el cual las odaliscas no sólo bailaban sino que también cantaban, y los rostros sepia en las paredes observaban cada vez más vivos el espectáculo. Me dejé vencer por esa mirada tan profunda, enclavada en pómulos hieráticos y labios húmedos, entreabiertos. Quise, deseé tantísimo el vaho expelido por su cuerpo, pero el moverme era un privilegio ahora denegado para mí. El instante de hizo perenne y morí, sé que morí hoy, desmadejado por los ojos de alguien que con una sola mirada me desnudó y deshizo mi escudo y espada, y dejó derrotadas mis manos aún antes de haber luchado, antes de haberles dado el tiempo de salir del bolsillo... la hipoglicemia, las odaliscas, los vestidos y lo sepia... quise entregarme, sin decir una sola palabra y sin escuchar ninguna de su aliento, morí y quise ofrecerme en adoración, porque había sido capaz de convertir una melancólica y solapada luz en un sol a través del crisol de sus ojos. Y me arrasó.

Luego, la eternidad caducó y sus ojos mediterráneos caminaron, con el resto de su ser, sus soles y miles de luceros, lejos de mí.

Para cuando me pude mover, una voz imperativa contenida en un cuerpecito femenino en un uniforme rojo, me pedía salir de la galería, me explicó con fingida cortesía que eran más de las ocho y que era hora de cerrar. Sí, las puertas del imponente edificio debían cerrarse para permitir reposo a las obras, a las odaliscas, al alma del genio creador. Y para que la vocecita de rojo pudiera ir a casa como los demás, a cenar con su familia, mientras yo, muerto y desconocido, pondría la cabeza en la almohada, dejando que la oscuridad (tan familiar como nunca) tomara lugar en sus aposentos de siempre.

Sunday, May 24, 2009

Autobús

Quisiera besarte.
Quisiera poder darte un beso, aquí y ahora.
Sin tener que mirar al frente, atrás, a ellos.
Sin tener que buscar una mirada inquisidora.
Dejándonos ir.

Dejando ser lo que soy cuando estoy contigo.
Siendo tú, a mi lado, el ambos.

Sí, besarte.
Sin ser aplastados por la piedra de la moral pagana.
Sin arrastrar el grillete en que se convirtió el azul de la manilla de la sala de maternidad.

Quisiera tomarte de la mano y sentir como descansas tu cabeza sobre mi pecho, sin sentir el cincel de la letra escarlata en la frente.

Quisiera gritar tu nombre, con tu aliento aún en los labios.

Quisiera...

Saturday, April 11, 2009

Lectura entre Líneas

"Dame otra vez, Díos Mío, la tristeza,
y la ausencia, y el río que la atraviesa,
ya que esta tarde trémula me diste."
Soneto atravesado por un río, Eduardo Carranza.

Quisiera verte. En la desnudez de tu vulnerabilidad, de tu dolor.
Quiero ver tu cofre, y abrirlo sin permiso. Y al final, destruirte. Únicamente para reconstruirte.
Quiero verte llorar, para poder limpiar tus lágrimas.
Quiero sumergirte en aquel remolino turbio del que vienes, pero al que le temes tanto. Porque te saca sentimientos rojos y te marca la piel. Ardor.
Quiero verte sufrir, para estar ahí y consolarte.

Pero quiero que hagas conciencia de todo ello, sólo para que sepas cuánto te quiero. Y así digas las palabras que yo no puedo decir...

Con todo lo que digo, y con todo lo que dejo de decir... te estoy enviando invitaciones para que dudes también... del mundo y sus promesas, hechas de papel reciclado que huele a payaso de comidas rápidas...

Pero lee entre las líneas de tus tristezas y las mías... lo mucho que quiero para vos... lo mucho que te quiero... lo mucho que te quiero decir que...
(Espacio para que digas lo que yo no puedo decir)

Friday, March 27, 2009

Coartada (mejor si es púrpura)


"Estoy tan enajenado,
¡ay de mí!,
que aún teniéndote presente
siento nostalgia de ti."
Arieta,
Eduardo Carranza.

Son mis ojos los que tiene aquél, del otro lado.
Tiene el mismo tono en el cabello, aunque el corte se aleja bastante de lo que pudiese agradarme.
Su barba, despoblada a los lados, irritante a la hora de probar algo nuevo.

Hasta allí, y a grossísimo modo... sería yo.
Pero sólo hasta allí.

Después del cuello, entran en el encuadre miles de líneas que raudas se entrelazan y van tejiendo la crisálida negra a la que yo mismo até los brazos; la obscuridad y lo púrpura de las melancolías recogidas... asfixian.

Necesito abandonar este sitio, antes de que llueva el odio... como llovizna breve, pero calcinante. Pero mis pupilas se estacionan algo inciertas sobre otros cuerpos; otros que se asemejan a mi falsa risa, pero que me entregarían a la laxitud efímera del adicto una vez sucumbe ante su deseo cada vez más... púrpura. Pero algo de lucidez recorre como escalofrío el lugar y susurra al vacío: "De verdad, quieres ser como ellos?... ¿De verdad?".

A lo lejos, J.Cash cuenta, con las tristezas que encanecieron su cabeza, que sabe que me decepcionó, y que mucho daño se hizo.
Y como nunca antes, quisiera llenar mi corazón de humo y reír de cualquier cosa, a toda hora. Y escriturarle mis miles de luceros y estrellas a aquella máquina del gimnasio que conocí. O a la tarjeta de crédito del banco donde una señorita de labios rojos y alma gris me dio a entender que la felicidad se puede diferir a 12 cuotas. Ustedes saben... el 4 por mil.

No, no soy yo. Ése, no quiero ser yo.

Y apenas lo digo, golpes, insultos, vejaciones. El agresor: Él, el que me mira desde el otro lado. Y es ahora cuando entiendo que el daño que me hice, que me hago. Quisiera amar el cuerpo del que se encuentra en la orilla del río púrpura que he llovido estos años, desde mis párpados.

Necesito una coartada de este mismo color, para huir con ese cuerpo y amarle. Como siempre ha debido ser.
Te lo juro, que cuando regresemos hecho uno solo, te querré mucho mejor.

Wednesday, January 21, 2009

Sueño Febril

"(...) y veo en lontananza cuánto poseo, y no tardaré
en ser nuevamente dueño de todo lo que huyó de mí."
Fausto, Dedicatoria.

El cálido toque del aire me hizo sentir conciente del lugar en el que me hallaba. En el suelo, las sombras de las hojas de los imponentes árboles danzaban al vaivén de la suave brisa que soplaba. Había un olor familiar... Tal vez a lirios... Nunca lo sabré. Pero se colaba bajo la camiseta ligera que sé que llevaba y me hacía sentir... En abrazo fraterno. No supe de qué clase de árbol era la rama que me impedía ver su rostro. Estaba al borde de la pequeña colina y aunque era un día bastante soleado, con cielo sin mancha, todo estaba envuelto entre nubes... Caminaba como entre copos de algodón.

Quería llamarle, quería gritarle y pedirle que dejara de avanzar, que esperara por mí. Pero mi boca, sellada ya, no podía musitar palabra alguna. De pronto, y como si me hubiese escuchado gritar al silencio, su espigada figura se detuvo. No volteó, pero sus pies ya no se movían; eso era suficiente para mí. Le necesitaba, me urgía estar a su lado.

Busqué afanosamente la manera de llegar allí, a pisar sus huellas, a oler su halo al pasar... Atravesar esa pequeña corriente de agua clara (que por alguna razón a veces centelleaba tonos carmesí) y llegar a su cercanía. Pero no lo conseguí. No pude encontrar la manera de llegar hasta él. Pero él, en la lógica onírica que todo lo puede, entendió mi situación. Así que giró hacia mí y sonrió. Lo hizo sosegadamente y con labios puros, inundándome de una paz absoluta. Lentamente se sentó sobre la piedra más grande en la ribera y, con ojos esperantes, levantó su mano y la agitó.

Pude ver su rostro. La barba brillaba con destellos rojizos. Ya le había crecido el cabello. Pero era yo. Era yo, quien me esperaba del otro lado. Era yo, quien amorosamente se había sentado sobre la piedra para el deseado reencuentro. Sonreía más... Se veía ligero, pero más fuerte. Y la tristeza se había disipado de su rostro. Pero era yo.

(...)

Cuando desperté, la fiebre ya había abandonado mi cuerpo. Mas supe que no había prisa. Yo, del otro lado, me espero. Ahora, debo encontrar la manera de volver a mí.

Allá, me espero. Volver a mí.


Foto de Carter Smith.